A la hora de convertirnos en emprendedores, tenemos por delante una gran cantidad de decisiones que tomar y que, de una manera u otra, moldearán el futuro de nuestra empresa. Una de las primeras preguntas que debemos hacernos es qué tipo de negocio queremos dirigir: un negocio independiente o una franquicia.
Una franquicia es una relación comercial entre dos partes por la cual una de ellas percibe una cierta cantidad de dinero por permitir a la otra la comercialización de unos productos determinados, bajo una marca y con un know-how que ya ha conseguido probar su éxito en el mercado.
Según el último informe publicado por Tormo Franquicias Consulting, que analiza las nuevas tendencias de cara a 2017, el sector de las franquicias ha crecido en 2016 un 8,8% con respecto al año pasado. Actualmente, este sector factura 20.000 millones al año y sustenta más 340.000 empleos. Además, se espera que estas cifras sigan creciendo durante el próximo año.
Los mercados que están experimentando un mayor crecimiento de locales franquicias son el de la belleza y la estética, además de el de la alimentación y la informática.
Dos de las ventajas más notorias que ofrece este sistema son la rapidez con la que podemos desarrollar una actividad empresarial y la reducción de nuestra inversión inicial, que suele suponer uno de los mayores impedimentos para emprender. Desarrollar un negocio mediante un sistema de franquicia permite ser titular del establecimiento, pero explotarlo bajo el paraguas de una firma que ya ha adquirido un cierto prestigio. La transmisión de los conocimientos aporta una referencia creíble de cuál puede ser la evolución del negocio.
La concesión del modelo y del saber hacer de las empresas franquiciadoras, liberan al futuro emprendedor de la necesidad de crear el suyo propio. De esta manera, se evita caer en errores que, aún siendo los más obvios, son los que más a menudo se cometen. En adición, los franquiciadores suelen ofrecer a sus franquiciados una asistencia y soporte continuados, y algunas incluso ayudan a encontrar la financiación.
Además, según explica Tormo Franquicias Consulting, este sector cuenta con una gran capacidad de adaptación a los cambios que puedan surgir en el mercado. Las enseñas franquiciadoras han generado servicios que están sacados de las exigencias de unos clientes que no cuentan con un gran poder adquisitivo, pero que demandan un buen servicio y una grata experiencia.
No solo tiene el sector la capacidad de moldearse, sino que se está especializando, puesto que en el último ejercicio ha surgido una mayor variedad de negocios, potenciando el crecimiento de esta opción empresarial.
Construir nuestro negocio bajo un modelo de franquicia es una opción que, desde luego, avalan los números. En última instancia, sin embargo, depende del emprendedor tomar esta decisión, pero siempre hay que tener muy presente las condiciones bajo las cuales se va a llevar a cabo, aquello que nos aporta la franquicia y el coste de dicha aportación.